“Algo va mal” nos demanda el escritor y profesor Francisco Zañartu. Y no se trata solo de un comentario de un libro, sino que nos pone un espejo frente a la realidad del país. Para tener en cuenta.
“Algo huele mal en Dinamarca” sentencia uno de los guardias de Palacio en “Hamlet”, obra escrita por Shakespeare a comienzos del siglo XVII. Este juicio, reiterado una y mil veces a través de la historia, muestra cuando las cosas no marchan bien en una comunidad por causa de la corrupción.
El tema ha sido trabajado por el historiador y escritor británico Tony Judt (1948 – 2010) en su libro “Algo va mal” (2019 Penguin Random House. Barcelona. España.) Judt, profesor, especializado en Europa que dirigió el Instituto Erich María Remarque de la Universidad de Nueva York, propone una lectura desde la una nueva perceptiva socialdemocracia y realiza una exhaustiva lectura de la sociedad neoliberal analizando las diversas problemáticas que ha vivido el habitante de fines del Siglo XX y comienzos del XXI.
A través del texto vemos como el autor se va introduciendo en los diversos temas, acompañado por epígrafes que puede ser de Pericles, Keynes, Tolstoy o Stephan Zweig.
En el primero de sus capítulos cita a Adam Smith y dice: “Ninguna sociedad puede prosperar y ser feliz si la mayoría de sus miembros son pobres y desdichados“, y constata que uno de los rasgos de esta sociedad es la permanente cohabitación entre riqueza privada y miseria pública, aclarando que “algo falla seriamente” (huele mal) cuando el presupuesto norteamericano gasta millones de dólares en la campaña militar contra Afganistán y se niega al gasto público para campañas de servicios públicos o infraestructuras.
“Estos problemas son tan endémicos que ya no sabemos cómo hablar sobre lo que está mal y mucho menos intentar solucionarlo” (pág. 32).
En Chile, a diario vivimos en esta contradicción. Hoy existen dos países, uno con salud, vivienda, educación, pensiones, carreteras, etc. dignos de una sociedad desarrollada, mientras la mayoría de la gente subsiste en la precariedad. Ejemplo de ello es, entre otros, la inaccesibilidad a las clases virtuales por parte de una no despreciable cantidad de estudiantes.
Riqueza privada vs miseria pública.
La contradicción develada por Judt se nos hace vivible y la oración shakespereana se transforma en lugar común. “Algo huele mal en Freirina, Bajos de Mena, Colchane, Wallmapu, Quintero y Puchuncaví.”
Otro de los temas a los que nos enfrenta el texto, es cómo enfrentar el discurso de las élites que insisten en que todo pasa por el crecimiento económico. “En la medida que hablamos de superar los males sociales, suponemos que el crecimiento económico es suficiente: la difusión de la prosperidad fluirá naturalmente de un aumento en el pastel. Por desgracia todos los indicios muestran lo contrario” (Pág. 41) Estas palabras, que equiparan el crecimiento con la democratización de los beneficios, las hemos escuchado durante años. Como olvidar la teoría del chorreo promocionada por la dupla Pinochet/Buchi o las políticas emanadas por progresistas Ministros de Hacienda quienes, entre “petit bouche” de Casa de Piedra, aseguran la bonanza macroeconómica.
Referente a la dicotomía crecimiento/distribución, Judt plantea “…en los períodos difíciles tendemos a aceptar la redistribución como necesaria y posible en una era de abundancia, el crecimiento suele privilegiar a la economía al tiempo que acentúa las desventajas relativas a la mayoría.”(Pág. 41)
No se trata de ser egocéntrico, sin embargo parece que este conocido profesor estuvo avizorando las causas centrales del estallido social del Octubre del 2019.
La disminución del estado ha sido una política constante en Chile. Una de las consecuencias de la disminución del sector público es la dificultad que nos presenta el creer en los demás. Hoy los niveles de desconfianza que existen entre los chilenos son graves. Ya no sólo desconfiamos de las instituciones como el estado, las Iglesias, el Parlamento, las FFAA, la Justicia, las Universidades y el Poder Civil. El problema es que ahora desconfiamos del vecino al que le dieron un plato más grande de comida, no será raro vernos contando los granos de arroz de nuestro almuerzo, o del compañero de curso que se sacó un 5,8 mientras nosotros sólo tuvimos un 5,7.
Hace meses pedíamos justicia para Antonia, luego lo hacíamos pensando en Ámbar, Gustavo, Fabiola y Tomás. Todos estos casos, entre otros, revelan la ausencia de un estado que se preocupe de sus ciudadanos.
En este contexto debemos enfrentar un desafío constitucional. Es entonces cuando conviene preguntarse, al igual que Tony Judt, cuál es la alternativa que ofrece el mercado para hacerse cargo de temas como el del Medio Ambiente o las migraciones. Ejemplos de lo anterior son, en el caso Medio ambiental, Freirina y en el tema de las migraciones los coyotes en la frontera.
“Sólo un gobierno puede dar respuesta a la magnitud necesaria de los dilemas que presenta la competencia globalizada. (Pág 193)”

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