Las mujeres han sido históricamente postergadas en nuestra cultura. Eso debe terminar. La adecuada defensa constitucional de sus derechos permitirá la plena realización que les corresponde porque son nada menos que la mitad de la humanidad. Hoja en Blanco lo expresa en su documento “El País que soñamos ser”. A continuación, el documento expone los principios en los cuales se funda su concepción al respecto.  
Existe un altísimo consenso entre las mujeres de diferentes estratos socioeconómicos y etarios de nuestro país que Chile es un país machista. Las mujeres son discriminadas por su género, principalmente en el trabajo, en la política, en el acceso a la justicia y en su libertad sexual, lo que les provoca, en un alto porcentaje, malestar en su vida diaria. Además, consideran en un mayor porcentaje aún, que las mujeres indígenas son más discriminadas que las no indígenas. Por último, existe un alto porcentaje que considera que debería haber una ley que obligue a la paridad en los cargos públicos.
 
Ante esta realidad, defendemos que en la Nueva Constitución se genere un sustrato de aquellos que las mujeres chilenas, de cualquier etnia, consideran que son sus derechos, como el derecho a:
 

Vivir su vida de manera autónoma y por propia decisión; vivir libres de violencia tanto en la calle como en sus hogares; vivir su sexualidad con plena libertad y decidir sobre su cuerpo y su maternidad, contando para ello con la atención de salud sin restricciones;

 

Derecho a la educación, privilegiando, por parte del Estado, su formación laboral, sea en oficios, carreras técnicas o profesionales;

 

La erradicación definitiva de la discriminación de género (o de aquellos que no se sienten representados por alguno de ellos) o de etnia al optar a trabajos, y de las brechas salariales entre hombres y mujeres que posean similar preparación y aptitudes para los mismos cargos tanto en el sector público como en la empresa privada;

 

Participar activamente en las decisiones políticas desde cargos elegidos, desde organizaciones ciudadanas, comunitarias y territoriales. Para saldar la deuda histórica existente con su representación, el Estado velará por mantener la paridad de género a todo nivel en nuestra nación, hasta que ella se haga costumbre y no sean necesarias leyes especiales que les permitan participar en igualdad de condiciones con los hombres.

 

Generar las condiciones sociales y económicas que permitan la plena independencia y autonomía económica, legal, social y emocional por parte de las mujeres.