El escritor Francisco Zañartu construye un relato del país actual que obliga a mirarnos en la realidad. Su talento echa por tierra todos los mitos y lugares comunes. Al final, todos los caminos llegan a Chile.
Estimado lector: ¿Usted cree que cuando le hablan de nuestra tierra, realmente no hay otra que se la iguale, aunque la busquen con vela?
Lamento informarle que hay muchas tierras iguales a esta. Si desea confirmar o desmentir su respuesta, aquí tiene algunos datos.
En el siglo XIX, el filósofo danés Soren Kirkegaard (1813-1855) planteaba que el ser humano vive al interior de tres esferas de existencia que no se tocan entre sí; la vivencia en cada una de ellas no permite habitar, al mismo tiempo, en las otras.
La primera de estas esferas, la estética, construye una identidad cerrada sobre sí misma y su momento es básicamente el presente. Su único objetivo es conseguir el placer en sus diversas modalidades, ya sea intelectual, artístico, político o sensual. Los grandes personajes de esta esfera son Don Juan, Fausto[1] y el Judío Errante. Don Juan representa una estética moldeada principalmente desde la sensualidad. Fausto sólo se dedica a buscar la felicidad, mientras el Judío Errante vaga por el mundo, sin ninguna esperanza. Para Kirkegaard, un religioso contumaz, posterior a la esfera estética se encuentra la etapa ética y finalmente la religiosa.
Cabe destacar que la idea de estas líneas no es realizar un análisis epistemológico del tema hasta aquí desplegado, sino dar una rápida visión de lo ocurrido estos últimos tiempos en “la tierra de los zorzales y de los rojos copihues”. Lo más probable es que Kierkegaard jamás haya oído hablar de Chile.
Se informa que las siguientes reflexiones se centrarán únicamente en la primera esfera, en términos de Kierkegard. Alguien podrá decir que esto es subjetivo y que intenta mostrar, exclusivamente, un punto de vista propio. A quien diga eso, le informo que tiene toda la razón, pues todo texto manifiesta, siempre e invariablemente, un punto de vista particular y eminentemente subjetivo (El que esté libre de culpa que tire la primera piedra).
Resulta interesante y/o angustiante, observar cómo el país se sume en un “hic et nunc” (aquí y ahora) encabezado por un gobierno/desgobernante que intenta establecer el mito de la perfección, que añora los tiempos cuando podía mostrar el papelito de los mineros o declarar que Chile era un oasis, incluso dos días antes de la revuelta social del 18 de Octubre. De esto, no sólo se puede culpar al Presidente. Una serie de acontecimientos muestran que esta esfera abarca a muchos chilenos de corazón, los que construyen sus instantes presentes, olvidando los anclajes del pasado y la libertad del futuro.
A propósito de instantes, se recordará el 9 de Abril, cuando la prensa, dolida y “visiblemente” compungida, informa la muerte del Príncipe de Edimburgo, marido de Queen Elisabeth y fuente de inspiración de la popular serie The Crown. No se puede negar que se trata de una noticia de cierto interés mundial. Pero lo curioso es que junto a la muerte del príncipe, en Chile se registran más de 170 muertos y 9.000 infectados de COVD. Esta última noticia pasa semi-desapercibida frente a la pena que nos provoca la muerte de Felipe, un Don Juan contemporáneo.
No en vano somos los ingleses de América.
Al hablar de Fausto, Kierkegaard se refiere a la inconsistencia de la vida no sometida a examen y dedicada a buscar el momento feliz. Su existencia, a pesar de la negatividad constitutiva, carece de la capacidad de dar un salto hacia otro ámbito superior.
Al detenernos en la búsqueda de una felicidad inmediata y en la facultad de “vender su alma al diablo con tal de lograrla”, vemos que el noticiario avanza y, luego de la enésima repetición de las imágenes de los monarcas en Chile durante los 60, se informa que han sido detenidas más de 1000 personas en fiestas clandestinas.
Fausto convive y va a fiestas con Carabineros, Fiscales, jóvenes ABC1, raperos, cantantes y una alcaldesa. Visita Cachagua, Antofagasta, Las Condes y Maipú, etc.
¡Que Fausto más polifuncional!
Es cierto, se puede pensar: “Total si igual nos vamos a morir, pasémoslo bien”. La anterior puede ser una alternativa válida, siempre que no afecte a terceros. Ocurre lo mismo con quien maneja en estado de ebriedad, que resuelve de manera irresponsable la incapacidad de colmar su vida.
Por último, el Judío Errante se caracteriza por vagar a través del mundo sin ninguna esperanza. Ha pasado por el intento de buscar el placer y la felicidad; su vida ha fracasado; funciona básicamente bajo el síndrome de la desesperación.
El estallido social unió a gente marcada por la desesperación, millones de judíos errantes llenaron las calles de Santiago y regiones. Y la mirada de todos, incluso de los mutilados por las policías, dejó una huella nefasta y un sino de amargura.
Los chilenos, incluso antes de la pandemia, consumían entre 5 y 15 remedios diarios. La salud farmacocéntrica era/es el gran negocio; mientras tanto, la salud mental se transforma sólo en una estadística y el consumo de drogas, legales e ilegales, deviene en el pan nuestro de cada día. Los efectos de este caminar vagabundo, como dice Kirkegaard, se hacen presentes en la vida diaria de la tierra, de los zorzales y los rojos copihues. Existen cifras preocupantes en torno al aumento de la violencia intrafamiliar, la delincuencia, la deserción escolar, el tráfico, el consumo de drogas, etc.
Todas estas situaciones impiden la libertad del ser humano.
La dependencia de una turbia realidad inmediata, obstaculiza e impide que los seres humanos puedan determinar y diferenciar el bien del mal. Habrá que recordar que tales categorías dependen del conocimiento, la responsabilidad y la libertad. Sin estas definiciones valóricas básicas, no se puede acceder a la ética, es decir, a la segunda esfera vital, según afirma el célebre filósofo danés.
Ya antes de la crisis del 18/O y la pandemia, pocos, excepto Don Sebastián y la Sra. Cecilia, se habrán atrevido a decir “Puchas que es linda mi tierra, no hay otra que se la iguale, aunque la busquen con vela”
Hoy, ya ni ellos se atreven.
[1] Al hablar de Fausto, según estudios del escritor y traductor Joan Solé, el filósofo danés se refiere al personaje del folklore alemán, más que al personaje de Goethe.
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