Amanecer del 4 de julio de 2021 en Plaza Dignidad. Autora: Cristina Silva Molina
“Más temprano que tarde/ La brisa de esta mañana/ será vendaval/ en la tierra entera”
Que nadie se sorprenda, si hoy,
alguna montaña tiembla atronadora.
Que la buena gente no tema,
si la tierra hoy se estremece,
o el cielo se rasga en diluvio,
o el mar se levanta en olas gigantescas.
O volcanes estallan,
escupiendo rocas fundidas en llamas.
O ríos salen de su curso en torrentes,
lavando costras de injusticia sembradas por doquier.
Los elementos.
La sangre.
Desde todos los rincones lejanos,
en el tiempo y la distancia,
la sangre clama desde la tierra.
El fuego envuelve símbolos de ceguera y sordera,
abrasador, se pasea centurias por la tierra, siendo ignorado.
Nunca oyó la soberbia el llanto, el gemir ahogado y débil.
Temaukel impotente,
lloró a sus hijos e hijas,
asesinadxs por forasteros.
La tierra sufrió demasiado.
Levantó a su simiente emancipada.
La fuerza telúrica de la tierra,
habló a la gente sencilla,
a niñas y niños renegadxs.
Indomitxs, irreverentes,
ellxs despertaron esta aurora.
En este borde de la tierra,
entre altas cumbres y vastas aguas,
se levantan espectros centenarios,
se alzan cuencas vacías,
se oyen voces acalladas.
Desde el Welén,
desde la plaza sitiada,
desde el barrio segregado,
vienen cantando miles.
Son todos los pueblos.
A sus voces,
se abren generosas, las alamedas.
Un anciano transparente,
sonríe satisfecho.
Moja su blanco bigote,
una lágrima emocionada.
Más temprano que tarde.
La brisa de esta mañana,
será vendaval
en la tierra entera.
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