Nadie lo botó: se cayó solo…

Lira extra, donde se celebra a todo trapo, el término de la larga pesadilla de cuatro años sufrida por el pueblo chileno. Para tener cuidado pa la próxima y pensar siempre en a quién se elige.

¡Y ya se va…!
¡Ya se va!
¡A celebrarlo, señores:
pasaron los tiempos peores,
ya el incordio quedó atrás!
La Historia consignará
en extensas apostillas,
que pasó la pesadilla
de un gobierno de derecha
que hoy el pueblo desecha
como a una mala calilla

No hay mal que dure cien años,
Ni pueblo que lo soporte;
no hay tiento que no se corte,
ni amores sin desengaño.
Hay que reparar el daño
sin olvidar al causante:
no sea que en adelante
vuelva el tipo por sus fueros,
y funja de consejero
de futuros gobernantes.

Lo vamos a echar de menos,
ya nada será lo mismo:
sin su mal protagonismo
quizás nos acostumbremos.
Por lo pronto, ya podemos
habituarnos a su ausencia.
Sin su nociva presencia,
podría la Convención
encontrar la solución
a nuestras largas carencias.

El fulano del billete,
el del escaso intelecto,
el que se siente perfecto
porque tuvo un gabinete;
el que hace firuletes
por regatearle a la ley;
el que sacó el chancho seis
pa imponer la represión,
hoy se va de vacación
mientras celebra la grey.

Ya pasó, no se preocupe;
pero tampoco se olvide
que es el pueblo quien decide
y es el mismo el que se engrupe.
Desde hoy día se destupe
el uso de la Alameda;
se podrá ir donde sea
sin permiso del gobierno
y ante el júbilo fraterno
el mal bicho queda en veda.