GOLPE BLANDO
Por Patricio Rojas Orrego
En mi amado y bello país, cada cincuenta años, hay un golpe de Estado, eso está claro.
Ahora, a un año que se cumpla medio siglo del fatídico 11 de septiembre de 1973, hemos sido testigos de uno blando, pero muy bien planificado.
Lejos de los Hawkers Hunters de un general sedicioso y “republicano”, nuestra eterna derecha, siempre atenta e inspirada siempre por un amado dictador y sus impunes patrocinantes, apropiándose descaradamente de la democracia, la hizo de nuevo.
Esta vez, amparados por unos amarillentos políticos -ellos mismos eligieron el nombre- alegres profitantes todos, de treinta años de Concertación, que arreglaron a toda su familia en el Congreso, que se apropiaron de las aguas y de la fe pública; en base a enormes recursos económicos, los patrones engañaron a sus siervos.
Y sus lacayos celebraron.
Desde La Pintana a La Dehesa, sentados a la misma sospechosa mesa, unidos en la abyecta pegajosa miasma, hedionda a mentira, a engaño, fake news y falsas promesas, brindaron, con el apestoso champaña del oprobio.
Lo hizo una vez más Goebbels, encabezado por La Belleza de Estafar: Arranken!!! Hitler también movió masas informes de ignorancia y resentimiento. En medio siglo, Chile, este austral país de idiotas, no aprendió nada. El mundo nos observaba expectante, éramos ejemplo de la posibilidad de una Constitución democrática y participativa, que generaba derechos de minorías y corregía injusticias e impresentables privilegios.
Una Constitución, nacida en el seno del pueblo que prometía acabar con la violencia en la Araucanía, con los derechos de aguas y de pesca de las siete familias.
Una Constitución que corregía la discriminación de la mujer y las minorías sexuales.
Una Constitución que garantizaba la conservación y protección de nuestros recursos naturales y del planeta.
Una Constitución que perseguía a especuladores, depredadores, estafadores y coludidos.
Una Constitución que auguraba un país civilizado.
Una Constitución del primer mundo.
Una Constitución de soberano agrado.
Pero los de abajo no quisieron, los antiguos ignorados, y ahora sabiamente aprovechados votaron como el tango de Gardel mano a mano, con sus patrones y apoderados.
¡¡¡ALBRICIAS!!!
Gasfíteres y abastos, especuladores y especulados, coludidos y estafados, desposeídos y acomodados, cachagüinos y pintaneros, jodidos y victimarios, fagocitándose, unos a otros en la misma ideológica, putrefacta y política orgía, apocalíptica e infamante.
Todos amigos.
¡¡¡FIESTA!!!
Dirán algunos,
“unidad nacional”,
dirán otros…
Ya los quiero ver con la resaca…
Patricio Rojas Orrego
CIUDADANO
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