RESULTADOS DEL PLEBISCITO

El académico y doctor en sociología Manuel Canales, investigador del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile fue entrevistado recientemente por la Radio de la Universidad de Chile. De manera central, analiza el rechazo de la propuesta constitucional (61, 86%). Ojalá esta entrevista sea leída y reflexionada por muchas personas, porque ilumina zonas que ocultaron aspectos fundamentales no solo para entender el significado de este alto rechazo, sino para construir una verdadera democracia.

En primer lugar, invito a leer su libro “La pregunta de Octubre. Fundación, apogeo y crisis del Chile neoliberal”, publicado por LOM días antes del plebiscito, ya que entrega análisis, opinión, reflexiones sobre el modelo y sus efectos sobre grupos y personas. En especial, y muy certeramente, había apuntado a aquellas “interpretaciones” del estallido que no leyeron la fuerza y presencia de una demanda por seguridad social, por derechos económicos y sociales, antes que por aspectos ideológicos. Sin dejar de reconocer que el texto constitucional tenía grandes avances, “no siguen las prioridades de octubre”. Y agrega que este dejar de lado dichas prioridades básicas para las necesidades de la vida cotidiana significó que “abandonó la razón de clase y olvidó la desigualdad”.

Así como ‘los hechos son porfiados’, también lo es una palabra casi olvidada hoy -clase- que recobra su presencia indesmentible, especialmente en sociedades tan extremadamente desiguales como las del siglo XXI y que hoy observamos en los continentes de nuestro planeta sin excepción. Sin duda, la desigualdad es un factor gigantesco, como muestran algunos de los datos entregados por OXFAM en su informe anual de 2020: el 1% de los ricos en el mundo acumula más riquezas que 6.900 millones de personas; y la mitad de la población mundial vive con 5 dólares diarios.

Volviendo a la entrevista comentada, refrenda su afirmación: “Cuando hablamos de clase, le decimos al sujeto popular “de usted estamos hablando”, porque finalmente la demanda de octubre es una demanda de clase, no del género humano”. De manera central, argumenta que aquello que se inició el 18 de octubre de 2019 -nominado como el estallido social- no fue ‘leído’ en sus significados profundos, sino interpretado como un discurso orientado a construir una (nueva) sociedad, dejando para un incierto después “el tratamiento de los derechos económicos y sociales, asunto que quedó propiamente para el último».

Concordamos absolutamente con una frase que debería estar siempre presente como base para cualquier cambio -y también como un recordatorio permanente del estado de nuestras sociedades hoy-: “La falla del proceso es el olvido de la desigualdad”. Y resume en esta expresión: “octubre no tenía una idea de sociedad. Octubre es preideológico”.

Como otro elemento fundamental para ir comprendiendo los resultados de la votación, agrega “el profundo desconocimiento que hay en la representación política que logró constituirse en el proceso constituyente”. Nuestra sociedad ha ignorado la desigualdad, y podríamos afirmar sin errar, que las palabras que Manuel Canales pone en el espacio público de la discusión, clase y desigualdad, condensan de manera magistral la autopercepción de un grupo mayoritario de nuestro país que sobrevive sin seguridad social, con bajos salarios, deficiente alimentación, salud y vivienda. Y no solo las generaciones más jóvenes, sino las que se han sucedido durante 50 años, desde el golpe cívico militar y el enraizamiento del modelo que afecta hasta hoy los derechos humanos básicos: educación, trabajo, vivienda, salud… en una sociedad escindida.

A todo lo anterior agrega el neoliberalismo, que marcó cambios profundos en el país: “pasamos del fundo al neoliberalismo”. Desde la entrevista, entendemos que el estallido, el “grito de octubre”, requiere hacerse muchas y nuevas preguntas. Un tema clave también es la participación, qué significa, quiénes participan, cómo. Y señala “Pero si pudiéramos escuchar el habla popular en su propio afirmarse, encontraríamos modos de avanzar muy rápido” (…). Y ese escuchar tan necesario se ha transformado en algo que pareciera no existir, ya que el monólogo se ha impuesto sobre el diálogo durante muchas décadas y se ha convertido en interpretaciones de quienes tienen más poder.

Haciendo memoria, el final de la dictadura fue posible por muchos factores, pero uno de los roles centrales lo tuvieron los cientos de organizaciones sociales que iniciaron las manifestaciones contra la dictadura, arriesgando su vida y perdiéndola en tantos casos, en esos años en que organizarse contra el hambre era un delito. La llegada de la democracia significó que estas organizaciones quedaron fuera y se dejó de escuchar “el habla popular” que señala Canales, entre otras razones, porque hemos normalizado la suposición de que solo “quienes saben”, tienen las competencias para hablar y ser escuchados.

Los aportes del sociólogo Manuel Canales aportan ideas e interpretaciones fundamentales para entender no solo lo que sucedió con la votación por la nueva Constitución, sino para entender cómo la ausencia de participación de quienes son mayoría, la falta de escucha de las palabras de grupos y organizaciones sociales que son parte del tejido social del país, ha dañado fuertemente las posibilidades de participación, de conversación social amplia entre todos, no solo entre quienes se consideran ‘iguales’, de democracia real, en suma. Tanto la entrevista como el libro mencionado al inicio entregan aportes sustantivos para entender el momento actual, para hacer memoria y construir futuro. Será enriquecedor leerlo con otros, comentarlo, pensarlo, para encontrar caminos hacia la construcción de una sociedad con condiciones similares de igualdad y participación, en la que hablar y escuchar sean prácticas cotidianas que ayuden a dar respuestas a las necesidades de todos quienes la conforman.

Y la última cita: “no olvidar que hay que partir desde el pueblo, con el pueblo, no imaginando un pueblo que no son, conociendo al pueblo”. Volver a conversar -hablar y escuchar- es clave para el inicio de un mundo mejor.

Josefina Muñoz Valenzuela