GRADUALIDADES Y OTRAS MENUDENCIAS
En la que se observa que nos piden ir poco a poco en todo orden de cosas; que la premura no apura; piano, piano, va lontano, o despacito por las piedras; o que no por mucho madrugar, dios te ayudará.
¡Qué linda la libertad
que me he comprado a futuro,
pues me asegura, un seguro,
ser libre a perpetuidad!
La póliza contratá
reembolsará el cien por ciento,
si para el año doscientos
no ha habido otra dictadura,
si la empresa aún perdura
y todavía no he muerto.
También los golpes de estado
deberían ser graduales,
para que los generales
los hicieran moderados,
de modo que el derrocado
sea puesto de asesor
o ministro’el Interior;
o, en el peor de los casos,
mandarlo a Burkina Faso,
fungiendo de embajador.
Gradualmente, el alumnado,
para evitar el asedio,
podría, día por medio,
quedarse en casa, acostado;
de modo que, descansado,
vaya al menos al recreo
que la escuela o el liceo
le ofrece de buena gana,
y se acaben las macanas
de evaluación y testeo.
Antier me llegó un correo:
“Estimado Jorge Lillo:
tendrá su casa’e ladrillos
antes que sea año nuevo”.
¡Me pellizco y no lo creo!
manifesté al funcionario;
me dijo con un regaño:
“¡La carta viene sin fecha!
¿No ha visto que está mal hecha
porque no indica pa qué año?”
Hay que enfermar gradualmente,
no hacerlo de sopetón,
porque crea confusión
en los sistemas vigentes.
Se aglomeran los “pacientes”
con sus molestas dolencias
que le agotan la paciencia
al sistema sanitario,
que debe luchar a diario
con semejante indolencia.
Pa’l año dos mil noventa
arreglarán las pensiones
que crean tantas tensiones
para la gente provecta.
Los profesores no cuentan,
porque para esas alturas
‘tarán en la sepultura,
ya tranquilos y aquietados,
gozando lo que han ganado
después de tanta quejura.
“Todo habrá de ser gradual”,
dice el Supremo Gobierno,
“habituándose al infierno,
ganará lo celestial”.
Déjese de reclamar
por cualesquiera cuestión:
falló la Constitución,
amigo, quédese tranqui;
siga oyendo a Daddy Yankee
y pare la confusión.
Habrá otra Constitución
cuando el siglo haiga pasado,
si es que al ilustre Senado
se le frunce la cuestión.
Pero no habrá Convención
ni consultas huachucheras,
porque las altas esferas
tienen mucho que perder,
y entregarán el poder
cuando los olmos den peras.
JORGE LILLO / 1 DE OCTUBRE DE 2022
Comentarios Recientes