Por Diego Muñoz Valenzuela
En la partida de ajedrez, el ratón se juega la vida con su ingenio. Al otro lado del tablero está el gato, que le propina hambrientas miradas.
El roedor es ingenioso y tiene dominio del juego ciencia. Ha pasado muchas horas estudiando manuales, sin saber que este empeño podría salvarle la vida. Gracias a sus conocimientos, despliega una estrategia que va minando los movimientos del felino. Poco a poco, lo acorrala, mina sus defensas y por último le da jaque mate.
El gato bota su rey con la zarpa. Y con el mismo movimiento atrapa a su contendor; lo devora. Así la derrota le sabe menos amarga.
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