Los sueños de aquel hombre se veían flotando sobre su cabeza en una especie de nube de vívidos colores. No se requería ninguna facultad especial, bastaba ponerles atención. Eran fantasías simples, fáciles de cumplir con buena voluntad. Además, él se preocupaba por contribuir a que los sueños de los demás se cumpliesen; lo sentía como un deber. No obstante, pocos lo apoyaron en la construcción de su sueño, que era favorable para todos. Quizás esto explique que las cosas vayan de esta manera. Yo tampoco hice nada, si eso te sirve de consuelo.