SALVADOR ALLENDE GOSSENS (1908-1973): “LA REALIDAD MÉDICO-SOCIAL CHILENA”, 1939 (BIBLIOTECA NACIONAL)

Durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda y en su calidad de Ministro de Salubridad (1939-1942), escribió este libro desde una amplia concepción de la sociedad, de la que no está ausente la cultura, la economía nacional, la mirada política y social, el contexto, en definitiva, con miradas acordes a las concepciones histórico-sociales de ese momento epocal.

A manera de homenaje a 53 años de ser elegido presidente de Chile y a 50 años del golpe cívico militar daremos a conocer citas de esta publicación y luego de sus discursos, siempre lúcidos y siempre buscando un mundo mejor para la humanidad.

“Nuestro país vive un momento de su historia en que pugna por desprenderse de formas económicas antiguas, autocráticas y de libre competencia, para canalizar su vida social por cauces de cooperación y de bienestar efectivo que abarque a todas las clases populares y clase media. Este es el significado fundamental que para su excelencia el presidente de la República, el partido Socialista y sus ministros tiene el gobierno del Frente Popular, que la ciudadanía instauró hace apenas un año; reconquistar la riqueza social y la potencia económica de la nación, controlarla, dirigirla, fomentarla, sin privilegios ni exclusivismos. Pero, además, y como consecuencia, devolver a la raza, al pueblo trabajador, su vitalidad física, sus cualidades de virilidad y de salud que ayer fueron su característica sobresaliente; (…) Y finalmente, conquistar para todas las capas sociales el derecho a la cultura en todas sus manifestaciones y aspectos. (…)

Chile, al igual que la mayoría de los demás países sudamericanos, ha vivido a merced del coloniaje económico y cultural que ha obstaculizado el progreso social y el desarrollo de nuestras riquezas naturales. Más aún, estos factores han impedido que el pueblo logre el standard de vida compatible con el de país civilizado y medianamente culto. Ciento veinte años de vida política independiente no han bastado para incorporar a la vida cívica a las clases proletarias dentro del juego normal del progreso; apenas han sido suficientes para que las capas modestas, en escaso porcentaje, disfruten de una mínima parte de los adelantos económicos, técnicos y culturales alcanzados por la humanidad. (p. 5)